monti otoño 2013

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Los mandarines y pontífices, la crítica gastronómica y la Red

Llevo en pocas semanas leídos ya media docena de descalificaciones, repletas de improperios, a la crítica, o simple opinión, gastronómica en la Red. Todas ellas de reconocidos comentaristas de los medios escritos de comunicación, algunos incluso críticos (en alguna ocasión). Alguno, incluso autor de meritorios Anuarios.

Es sorprendente el papel que puede deducirse que se pretenden arrogar: el de interpretes únicos de qué está bien y de qué no en el arte del buen comer y mejor beber. Como si el maltrato recibido en un restaurante o su deficiente calidad, nunca reseñados por ellos porque nunca lo sufriran por ser quienes son, no justificara un desahogo. Más: como si el lector de los mismos en alguna red fuera un subnormal incapaz de enterderlo como tal.

Ello además de otro elemento relevante que transcribo de alguien que sabe mucho más que yo aunque esté referido a la Red en general pero es de aplicación: "se echa de menos en su panorama algo más de acento en la vertiente creativa de la Red, que sin duda es importante. Hay gentes, que nunca habrían accedido a publicar en las ágoras que controlan los mandarines de la cultura y el mercado, que ahora publican y con mérito. Y si alguno lo hace por exhibirse es con el mismo derecho que tienen a exhibirse los pontífices de la opinión". Pues eso.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Wine Spectator y los vinos valencianos

La mejora de los vinos valencianos en los últimos años es indiscutible. Se le pueden poner innumerables "peros" como el de que la mayoría se parecen demasiado entre sí. Sin embargo, las carencias no pueden oscurecer el ingente esfuerzo por mejorar la calidad realizado por un grupo de bodegueros desde una posición de partida dominada por el predominio del color y la fuerza útiles sólo para el coupage.

El dinamismo de este grupo es un rasgo destacable. Han tenido que competir con estructuras empresariales financieramente mucho más potentes de otras zonas nuevas como Jumilla o Cariñena o con Administraciones mucho más activas, todo lo cual ha venido a complicar la difícil visualización de una imagen de marca propia.
A pesar de ello, siguen siendo desconocidos en el mercado internacional mientras otras denominaciones han progresado mucho más.

Para negarlo, algunos se apresurarán a mostrar los reconocimientos obtenidos en concursos internacionales y guía varios, casi todos de escaso prestigio y utilidad excepto para una fugaz campaña de publicidad de cara al mercado autóctono. Eso cuando se publicitan, porque en ocasiones las medallas pasan completamente desapercibidas ante la inexistencia de un gabinete de comunicación digno de tal nombre. Menos Gandía Pla ninguno tiene política comercial visible. Y la consellera Hernández ha convertido a la Conselleria de Agricultura en una entidad durmiente sin recursos y, lo que es peor, sin ideas. 

La reciente publicación de los cien mejores vinos de 2010 de la revista Wine Spectator pone de relieve este escaso avance. Los valencianos ni aparecen. Sí lo hacen algunos españoles, pero pocos. Nueve entre cien y casi todos en la parte final de la lista. A ello se suma el que en las puntuaciones otorgadas por esta revista (consultables por suscripción) los vinos valencianos, salvo Mustiguillo, no alcanzan los 90 puntos, el mínimo para ser algo.  

Si combinamos esto con la pretenciosa y pretendidamente selecta lista de Robert Parker en donde los valencianos también están ausentes y sólo 6 obtienen más de 90 puntos (entre 300 españoles con esa puntuación), la conclusión sólo puede ser que seguimos pintando muy poco en el mundo del vino. Quizá ha llegado la hora de hacer más -y sobre todo de hacerlo mejor- para solucionarlo.

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