monti otoño 2013

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Los mandarines y pontífices, la crítica gastronómica y la Red

Llevo en pocas semanas leídos ya media docena de descalificaciones, repletas de improperios, a la crítica, o simple opinión, gastronómica en la Red. Todas ellas de reconocidos comentaristas de los medios escritos de comunicación, algunos incluso críticos (en alguna ocasión). Alguno, incluso autor de meritorios Anuarios.

Es sorprendente el papel que puede deducirse que se pretenden arrogar: el de interpretes únicos de qué está bien y de qué no en el arte del buen comer y mejor beber. Como si el maltrato recibido en un restaurante o su deficiente calidad, nunca reseñados por ellos porque nunca lo sufriran por ser quienes son, no justificara un desahogo. Más: como si el lector de los mismos en alguna red fuera un subnormal incapaz de enterderlo como tal.

Ello además de otro elemento relevante que transcribo de alguien que sabe mucho más que yo aunque esté referido a la Red en general pero es de aplicación: "se echa de menos en su panorama algo más de acento en la vertiente creativa de la Red, que sin duda es importante. Hay gentes, que nunca habrían accedido a publicar en las ágoras que controlan los mandarines de la cultura y el mercado, que ahora publican y con mérito. Y si alguno lo hace por exhibirse es con el mismo derecho que tienen a exhibirse los pontífices de la opinión". Pues eso.

sábado, 6 de octubre de 2012

Webs de restaurantes (Comunitat Valenciana): poca información y demasiado ego.


La web, o al menos un blog, es una oportunidad única para informar a los potenciales clientes de lo que un restaurante ofrece. En demasiadas ocasiones o no existen o son un ejercicio de egolatría a costa de una insuficiente información. 

No soy demasiado partidario de la moda de las redes sociales. Las uso porque permiten acceder a información pero me irrita la afición de algunos de “mis amigos” a colocar cualquier idea o imagen. Una cosa es tener presencia y otra dar la impresión de que no se hace otra cosa en todo el día. Lo poco agrada lo mucho cansa debieran recordar algún@s.

Claro que los restauradores no son nada al lado de otros gremios. Periodistas y políticos deben estar convencidos de que cada pensamiento que tienen es una genialidad. Si no, por ejemplo, no entiendo la actitud de personajes como Javier Solana o nuestro local, a años luz del anterior,  González Pons que parecen enfermar si no twitean aunque sea, como éste, para escribir algo tan digno de ser compartido como “Per ofrenar noves glòries a Espanya... Valencia canta su himno también para celebrar el sol de un domingo” y se marca una foto.

No estoy seguro, pues,  que sea un acierto la aproximación que se ha elegido a la hora de elaborar las webs de numerosos restaurantes. Me temo que por aprovechados sacaeuros del mundo de las relaciones públicas (un sector experto en vender lo que no existe). Es obvio que si uno es un cursi redomado llenará la página de cursiladas tipo “experiencia inolvidable” , “espacio para los sentidos” y demás gilipolleces, (con perdón). Y que si uno tiene un ego para ser tratado en psiquiatría pues la llenará de fotografías propias su web como si de una página de un@  actor/actriz o un@ modelo se tratara. Pero quiero creer que, a pesar de tanto divismo, la gastronomía es dar bien de comer (y de beber). Y lo malo, es que estoy seguro de que algunos que lo piensan, y lo practican, se han dejado embaucar por esos “profesionales” de la nada.

Tenía pensado poner algunos claros ejemplos  de restaurantes de la Comunidad Valenciana cuyos artistas se pasan, en mi opinión cuatro pueblos.  Prefiero en esta ocasión indicar qué espero encontrar en una página web, o en un blog, de un restaurante cuando busco información sobre el mismo. 
Simple y clara: sobra con eso

1.-Que exista. Parece una obviedad pero no lo es. Demasiados locales siguen sin tener información en red. Se puede aducir que una página es un coste y que tal y como está el panorama no merece la pena. Me parece un error. Pero es que además los blog también aparecen en las búsquedas y su coste es, de momento al menos, nulo. Y con las plantillas existentes construirlo es bien simple. Más vale un mal blog que nada.  Cada día más,  más gente, queremos saber a dónde vamos y que nos vamos a encontrar.

2.-Una carta actualizada. De nuevo, como en el caso, anterior puede parecer una obviedad. Sin embargo, en muchas, en todo caso demasiadas, se pueden leer declaraciones de principios absolutamente vacías de contenido pero no qué se puede comer. O en más casos todavía qué se podía comer hace…un año.  Por no hablar de la inexistencia de la de vinos que en EEUU incluyen completa por extensa que ésta sea (y con precios) como Boulevard en San Francisco (restaurante que no recomendaría a mis amigos por otro lado ca pesar de su espectacular web).
Martín Berasátegui: un ejemplo a seguir

En el pasado se podía culpar de esta carencia a los informáticos o relaciones públicas que hacían en extremo complicado, para cobrar más, cualquier modificación. Pero hoy esta excusa no es aceptable: se les exige en el contrato que se pueda incluir modificaciones, al menos de algunas secciones, desde el ordenador del restaurante. Y si no se avienen a tan razonable petición se busca otra empresa. Que lo simple basta y sobra lo demuestra Ricard Camarena en su nueva local de Doctor Sumsi (aunque la calle que pone en la de Canalla Bistro le lleva a uno fuera de Valencia): Maestro Serrano no es lo mismo qeu Maestro José Serrano. Su web no tiene más que la carta y un link para reservas. Además de un atractivo montaje de un día en su vida. Algo más convencional, pero todavía más ejemplar, la web de Samsha

3.-La localización y la forma de reservar. A la propiedad del restaurante su localización, teléfono  y horarios les resultan obvios. Pero para los potenciales clientes no lo son. Sin embargo no se crea que todos “caen” en el detalle de indicar en home una y otros. Hay que indagar y en algún caso telefonear para saber si se puede reservar. Reservar es siempre recomendable porque desde un evento privado a un hecho inesperado pueden hacer que al llegar uno se encuentre con el local o lleno o cerrado.

5.-Las características del local. En demasiadas webs no figuran sus características, Por ejemplo,  si el local cuenta  con comedores privados que es una ventaja evidente para comidas de negocios (aunque se hacen muchas menos que en la época de la locura ladrillera se siguen haciendo más de las que parecen). O terraza si se piensa acudir con el buen tiempo. En ocasiones las fotos suplen la información sobre este segundo punto pero no sobre el primero o sobre la existencia de parking (propio o concertado).  O en las cercanías. Algo frecuente en otros países como muestra la del francés nada recomendable de un comentario reciente: Le Clos de la Violette.

6.-Las propuestas del chef. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Es cierto seguramente, pero no en gastronomía. Pero si se puede y se quiere (y se debe hoy en día) incluir imágenes éstas deben de ser para las creaciones y para el artista. ¿Se imagina alguien como normal  una web de un pintor llena de fotos suyas  y no de sus cuadros? ¿De un poeta de la suyas y no de sus poesías?  Me parece que el que algunos de nuestros cocineros (cuento al menos cuatro sin ser exhaustivo) hayan comprado esta idea de los relaciones públicas sólo se explica porque  su dedicación a su trabajo les ha hecho no pararse dos minutos a pensar qué les vendían. 

Al margen, claro de nuestras estrellas estelares que de tanto mirarse el ombligo (y sus fotos) han recogido velas y donde aventuraban digos  han acabado en menos que diegos. Pero son tan patéticos inaugurando restaurantes abiertos hace tiempo que no merecen la mínima atención. Con su ego se lo coman.